*Pasajes de la historia, la vida cotidiana y los atractivos del Pueblo Mágico pueden apreciarse a través con los ojos del muralista Juan Manuel Martínez Caltenco
Guadalupe Juárez
Atlixco, Pue.- A través de los ojos de Juan Manuel Martínez Caltenco se puede recorrer los siglos de historia del municipio de Atlixco de las Flores en un santiamén, desde la mítica leyenda de los volcanes hasta la iluminación decembrina de Pueblo Mágico.
En las paredes del Palacio Municipal escenas convertidas en murales: familias enteras recorriendo el zócalo, parejas disfrutando un café en la cafetería del kiosco, vendedores de algodones de azúcar, las mujeres con buñuelos en mano, un hombre vendiendo rehiletes y otro más globos, delicia de los niños y niñas.
En el mural, una mujer con los brazos hacia atrás ofrece varias flores de los viveros de la región, niños disfrutando una nieve, familias que se toman una fotografía y una anciana que ofrece a los turistas manzanas acarameladas. Estampas de un día de visita.
Otra imagen cotidiana plasmada a dos niños y una niña sentados en el suelo frente a los adornos navideños, que por lo regular colocan en la llamada Viña Navideña, una de las tradiciones más recientes en el municipio donde la estrella es la iluminación de fin de año.
Plasmó en otra de sus obras las escaleras anchas que se convirtieron en murales con la china atlixquense y el charro dibujadas en ellas portando los trajes típicos de los valles centrales durante el famoso Huey Atlixcáyotl.
Hay escenas trágicas, la gente recogiendo los escombros después de un sismo que ha afectado viviendas e inmuebles históricos. Y el cerro de San Miguel Arcángel en cuya cima suelen bailar las etnias y el volcán Popocatépetl con su fumarola y un poco de nieve en el cráter.
En otro, los antepasados indígenas, cubiertos sólo por un taparrabos con penachos sobre la cabeza, un volcán activo haciendo erupción y lo que significa Atlixco: “agua en el valle o en la superficie del suelo”.
Un gran busto de Benito Juárez con su frase “el respeto al derecho ajeno es la paz”, y el escudo de la ciudad fundada en 1579 y cómo le fue entregado el título de ciudad por el presidente Nicolás Bravo por su papel durante la independencia.
En otra pared la mujer dormida de piel blanca, inconsciente con un atuendo que apenas cubre su cuerpo y sentado a su lado Don Goyo, quien cuida de ella pacientemente. Al fondo, el volcán con su fumarola y el Iztaccíhuatl, inactivo, sólo cubierto por una densa capa de nieve, leyenda viva como la vista al volcán en un día con cielo despejado.